No existen pruebas médicas para diagnosticar el autismo, por lo que la evaluación psicológica se realiza mediante la observación de la conducta de la persona y la valoración de su ajuste a los siguientes criterios diagnósticos: que la persona haya tenido dificultades persistentes con la comunicación social y la interacción social, así como patrones de comportamiento, actividades o intereses restringidos y repetitivos desde primera infancia, siempre que estos «limiten y perjudiquen el funcionamiento cotidiano».
Las dificultades en la Comunicación social pueden mostrarse de forma variada, desde personas que no comprenden el lenguaje ni pueden hablar, utilizando en cambio sistemas aumentativos y alternativos de comunicación, hasta aquellos que, tengan buenas habilidades de lenguaje, pero fallen en el uso social del mismo, (ej. Hablar sólo de sus temas de interés). En todos los casos, a las personas con TEA les costará comprender y utilizar el lenguaje no verbal, muchas tendrán problemas con la comprensión literal del lenguaje y tendrán dificultades para comprender los dobles sentidos, las metáforas…
Respecto a la Interacción social, las personas con TEA suelen tener problemas de empatía, es decir, dificultades para ponerse en el lugar del otro, interpretar sus sentimientos o intenciones, así como expresar las propias. En todo el espectro, encontramos desde dificultades al ajustar el comportamiento para encajar en diferentes contextos sociales o dificultades para hacer amigos, hasta una aparente ausencia de interés por la gente.
Finalmente, puede que se muestren patrones repetitivos y restringidos de conductas, actividades e intereses, mostrando una clara preferencia por las rutinas y las normas claras y malestar extremo ante pequeños cambios no anticipados, dificultades con las transiciones, etc. También son frecuentes los intereses altamente restringidos, obsesivos, que pueden ser inusuales y que también pueden canalizarse en una potencial ocupación laboral. En ocasiones, podemos encontrarnos con indiferencia o una reacción excesiva a aspectos sensoriales del entorno (temperatura, sonidos, texturas, olores, etc.)